Frank gritó alarmado:
—¡Señor Vincent!
Los ojos de León estaban llenos de pánico y desesperación.
—¡Frank! —gritó, con la voz quebrada—. ¡Encuéntrala! ¡Usa todas las conexiones y recursos de la familia Vincent, pero tráemela de vuelta!
Frank nunca había visto a León así. Bajó la cabeza con respeto y dijo:
—Sí, señor.
Durante la siguiente hora, Frank no paró de hacer llamadas, buscando cualquier pista.
León parecía atrapado en un mar de angustia.
Estaba completamente perdido, sentado en el vestidor, rodeado de las joyas que él mismo me había dado.
El 99/99 en la etiqueta, esa marca, le quemaba como una herida que no sanaba.
Ahora entendía que cada "compensación" que él pensaba darme solo era una marca más en el largo registro de sus heridas hacia mí.
En ese momento, su celular sonó, rompiendo el silencio. Era Elina.
—León, querido, escuché a Frank decir que no te encuentras bien, ¿qué pasa? —dijo con voz preocupada.
—Ya casi tenemos los detalles de la boda listos, mi familia ya tiene la