Hace 12 años, él me rescató del incendio y me convirtió en su princesa.Hoy, después de la 99 vez que me abandonó, decidí que ya era hora de irme.Finalmente llegué al Hospital Privado del Monte Sinaí en Nueva York. Pedí la cita para el aborto y, en el consentimiento, escribí mi nombre: Isabela Rossi.Era mi última oportunidad, para él, pero sobre todo, para mí.Al final del pasillo, varias mujeres elegantes me observaban desde lejos, susurrando entre ellas.—Ahí está, la juguetita de León Vincent.—Dicen que es muy ambiciosa, ¿de verdad cree que puede competir con Elina Harrington?—¡Qué chiste! Una huérfana de barrio intentando atrapar a Vincent con un embarazo.Las ignoré, conteniéndome las ganas de responderles, y caminé directo hacia la salida del hospital.Cuando regresé, el mayordomo Frank me recibió con respeto, sosteniendo un pequeño estuche de terciopelo azul.—Señorita Rossi, esto lo envió el señor Vincent.Abrí el estuche. Allí, brillaba un diamante rosa en forma de cojín d
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