Magnolia esperó un momento hasta que Ricardo finalmente se dio la vuelta. Bajo sus ojos se notaban las venas rojas, dejando claro que no había dormido bien, y eso que le envío a ella inmediatamente escalofríos. —¿Es que algo le pasó a la abuela?
Acababa de terminar su frase cuando quiso entrar en la habitación, pero el hombre le agarró la muñeca y, con voz ronca y baja, respondió: —No es eso.
—¿Entonces qué está pasando en realidad?
Magnolia estaba confundida y ansiosa a la vez. Observó sus profundos, tan ojos oscuros como la tinta, pero no pudo descifrar sus pensamientos.
Ricardo, en cambio, se mostraba inusualmente tranquilo. Explicó: —El hermano de Magdalena tuvo un problema, así que tengo que estar preparado para lo peor.
—¿Qué quieres decir con problema?
¿No iban a comprometerse Magdalena y Ricardo ese fin de semana? Estaban a punto de unirse como familia, ¿cómo era posible que su hermano rechazara realizar la cirugía?
Magnolia lo examinó detenidamente, tratando de encontrar alg