Amelia comienza a tartamudear sin saber muy bien qué decir. Ni siquiera se había dado cuenta de lo que había dicho, al fin y al cabo, sigue siendo una niña. No puede recordar a cada momento todas las mentiras que le dijo a su padre.
Así que hace lo único que se le ocurre. Contar un chiste.
-Toc, toc-dice entre risitas nerviosas.
-¿Quién es?-Paul le sigue el juego sin olvidar lo que ella había dicho antes y está dispuesto a preguntarle otra vez-. Cariño, ¿por qué dijiste eso hace un momento? ¿Tienes algún otro hermano acaso?
Amelia niega con rapidez y traga grueso, cosa que Paul nota así que sospecha que está mintiendo.
-Es malo mentir, nena, ¿lo recuerdas?-le pregunta Paul suavemente y acaricia su cabello.
Amelia quiere soltar todo, quiere contarle la verdad a su padre, ya no quiere tener que ocultar la realidad, ¡quiere gritarle en el rostro que la niña es su madre también y que tiene otro hermanito llamado Alex!
Pero un día le hizo a Alex una promesa... no contaría nada de la