Capítulo 2: Una Amenaza

— ¡Su pulso es débil! ¡Llévenla a urgencias rápido, pero ya!

Voces de gente desesperada es todo lo que Alessia consigue oír, pitidos de extrañas máquinas y siente cómo su cuerpo se agita de un lado a otro.

Dolor, sufrimiento, decepción, estas son las emociones que acompañan a su corazón. Ya no llora, ya no se retuerce, sólo está ahí, existiendo. Con los ojos entreabiertos y la respiración entrecortada. Ahora sólo puede pensar en una cosa: su bebé.

Después de haber pasado mucho tiempo sola en una habitación extraña, donde le habían inyectado anestesia, se despierta y abre mucho los ojos y empieza a mirar con desconfianza alrededor de la habitación, pero entonces un hombre alto, vestido con una bata blanca, de tez pálida y ojos verdosos entra en la habitación con unos papeles en las manos, echándoles un vistazo y tachando algunas cosas con un bolígrafo.

El hombre la mira y le dedica una leve sonrisa que hace que su ansioso corazón se calme un poco.

—Señorita, Alessia. Es un placer, soy el doctor Jackson. Me alegro de que se haya despertado.

—¿Qué me ha pasado? Mi bebé, ¿cómo está mi bebé? — Pregunta Alessia rápidamente y desesperada se toca el vientre, sintiendo el pequeño bulto que comenzaba a formarse en la zona.

El doctor Jackson deja escapar un suspiro.

—Tuvo un accidente, un camión la atropelló y luego su cuerpo rodó hasta el río, la persona que la atropelló es fugitivo. Afortunadamente, una mujer la encontró a tiempo y la trajo aquí, — el doctor hace una pequeña pausa y continúa —. Su bebé está en perfectas condiciones, es impresionante, pero ya le hicimos los estudios y no le pasó nada, no se preocupe.

Alessia respira agitada y se muerde los labios, nerviosa, está feliz de que su bebé haya sobrevivido, pero al mismo tiempo un sentimiento de angustia invade su cuerpo.

—Tendrá que quedarse un par de semanas en el hospital. Ahora mismo tiene varias costillas rotas, sufrió una leve contusión, una pierna fracturada y…

El doctor se quedó callado de repente, dubitativo. Parecía indeciso de continuar con lo que estaba diciendo. Pero Alessia estaba tan aturdida y asustada que ni siquiera le puso mucha atención.

—No ha sido un accidente, doctor, alguien quería asesinarme — dice asustada.

El doctor Jackson la observa atentamente y asiente con simpatía.

—La policía se encargará de ello. Ahora vamos a llamar a su marido, el señor Brown, para que venga a verla. Ha sido muy difícil encontrar su contacto e íbamos a llamarle, pero esperaba que se despertara antes.

Ella lo niega rotundamente.

—No quiero que le llamen, no quiero verlo.

El doctor Jackson la mira con cierta curiosidad en el rostro, pero como una persona prudente, se limita a asentir y vuelve a hablar:

—No hay problema. Aunque, su hermana Haley está aquí. Quiere verla.

—No, no, no, no, no quiero... —se negó Alessia, no quería ver por ningún motivo a Haley, pero fue demasiado tarde.

—¡Hermana! — exclama Haley entrando en la habitación, con los tacones que Alessia había visto en la entrada de su casa, y un vestido rojo ajustado muy coqueto. Es una mujer preciosa, de cabello castaño, complexión delgada y tez clara, ojos marrones y labios rojos por naturaleza. Lástima que tenga un corazón tan retorcido.

Haley le dedica a Alessia una sonrisa pícara que sólo ella es capaz de ver.

—Bueno, las voy a dejar solas— informa el doctor Jackson y luego mira a Alessia —. Si necesitas algo, o te duele algo, toca ese botón que tienes al lado y enseguida vendrá una enfermera— dicho esto sale de la habitación, dejando a las dos hermanas solas.

—Oh, preciosa. Creí que te perdería — dice Haley con cara de pena fingida.

Alessia no dice nada y se queda mirando al techo, tomando grandes bocanadas de aire porque su corazón empezaba a acelerarse al recordar su traición.

—Lástima que no murieras en ese accidente — dice Haley con desdén, su sonrisa había desaparecido abruptamente y había sido reemplazada por una mueca de fastidio.

Alessia se queda en shock, mirándola fijamente, como si no pudiera creer lo que su boca acababa de soltar. Esperaba haberlo imaginado todo, pero no, nada había sido producto de su imaginación.

Todo era real, demasiado real.

— ¿Qué estás diciendo? —, pregunta Alessia con incredulidad y miedo.

Los ojos marrones de Haley se oscurecen. Había permanecido en un rincón de la habitación, pero se acerca a la camilla, chasqueando los tacones a cada paso y contoneando las caderas con gracia hasta colocarse junto a la camilla. Pone la mano en la mejilla de Alessia y la acaricia, mientras una sonrisa burlona y sarcástica asoma por sus labios.

—Has oído bien, querida hermana — Alessia aparta la mano de un manotazo y Haley ríe con indiferencia.

—Me traicionaste — susurra Alessia con rencor mientras las lágrimas corren rápidamente por sus mejillas.

—Hice mucho más que eso — Haley hace un extraño sonido con la garganta y vuelve a acercarse a Alessia, esta vez, para susurrarle al oído las palabras más aterradoras que jamás había pensado escuchar de su hermana, —. Si no te largas de esta ciudad, te juro que te daré encontraré estés donde estés. Te asesinaré, ya que el inepto que se topó contigo no terminó el trabajo, lo haré yo misma — se relame los labios y se lleva un dedo a la barbilla, pensativa —. Ya sabes lo que dicen, si quieres que algo se haga bien, hazlo tú misma. Y no sólo eso, voy a matar a este pequeñín que tienes aquí —, toca con los dedos el vientre de Alessia y suelta una carcajada. Y sin decir nada más, salió de la habitación. Pero antes de irse dijo:

—Y ni se te ocurra salir corriendo a contarlo, no querrás saber lo que pasará si lo haces.

Alessia se quedó boquiabierta, viendo a Haley salir de la habitación con una sonrisa de satisfacción en la cara. Ni siquiera podía reaccionar, no podía pronunciar otra palabra, aunque las enfermeras y el Dr. Jackson le hablaban, simplemente no tenía el valor de hacerlo.

Sólo podía pensar en huir de allí. No podía permitir que nadie hiciera daño a su bebé, así que después de pasar unas semanas en el hospital y haberse recuperado, tomó una decisión drástica que cambiaría su vida por completo. Huyó lejos con su bebé, donde nadie pudiera encontrarla.

(...)

Un hombre alto, fornido y muy apuesto salió de la sala de reuniones con el móvil en la mano, hablando por teléfono, con aspecto señorial, pero algo arrogante. Su ayudante, que siempre caminaba a su lado, le tocó el hombro con desesperación y algo de pánico.

—Señor, Brown. Es su mujer, algo va mal.

Paul se puso nervioso tras escuchar las palabras de su ayudante. No estaba arrepentido por haberse follado a Haley, de hecho, ansiaba hacerlo otra vez. Pero estaba preocupado por lo que Alessia le había dicho sobre su embarazo.

—¿Qué pasó ahora?

—Tuvo un accidente, un camión la atropelló mientras caminaba— soltó rápidamente la asistente. Paul giró inmediatamente sobre sus talones y la observó con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué ha pasado, ¿dónde está? — el mundo de Paul se puso de cabeza. Respiraba con dificultad preguntando que había sucedido. En ese momento sintió todo el peso de la culpa. Recordó a Haley desnuda entre sus piernas y se sintió asqueado. Quería vomitar. 

—Ella... falleció, señor…

Paul se detiene bruscamente y todo su cuerpo comienza a temblar, gruesas lágrimas ruedan por su rostro, sacudiendo la cabeza con incredulidad.

Suelta un grito desgarrador, cargado de dolor, y llora desconsoladamente. La gente en la oficina lo observa mientras él gritaba sin parar “¡Mi bebé, mi bebé!”

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