Mundo ficciónIniciar sesiónImhotep continuó su discurso, su voz se elevaba. Habló de la necesidad de la unidad, de la pureza del espíritu, de la erradicación de los elementos que pudieran desviar a Egipto de su destino divino. Sus palabras eran un llamado a la acción.
Ahmose apretó la mano de Nefertari con más fuerza. La tensión en el atrio aumentaba, aunque muchos no sabían exactamente por qué. Nefertari sintió la determinación en el agarre de Ahmose, la promesa de que él la protegería. Y ella a su vez le transmitió su propia fortaleza, su fe en él, su amor incondicional.
La ceremonia llegó a su fin. Imhotep concluyó con una bendición formal, y la multitud comenzó a dispersarse, algunos con rostros pensativos, otros con devoción. Ahmose y Nefertari permanecieron de pie por un momento, sus manos aún entrelazadas, observando a la gente. La pompa del templo, la solemnidad del ritual, las palabras de Imhotep… todo se sentía como una advertencia.
—Su







