Mundo ficciónIniciar sesiónAhmose suspiró, frotándose la frente. —Estoy agotado, Nefertari. Mi mente no se detiene. Llevo días sin un descanso adecuado. No es que no quiera, es que… no puedo.
—¿Y yo? —preguntó Nefertari, su voz se quebró—. ¿Crees que yo no estoy cansada? De las sonrisas forzadas, de las conversaciones vacías, de sentirme como un adorno. También necesito un respiro. Y mi respiro… eres tú.
Un silencio tenso llenó la habitación. Ambos estaban agotados, consumidos por sus responsabilidades, y la presión estaba cobrando un precio en su relación.
Nefertari sintió cómo las lágrimas finalmente se desbordaban, deslizándose por sus mejillas. —Extraño al hombre que conocí en el jardín. Al que me protegió de hombres malvados como Menkat y Rekhmire. Al que me miraba como si fuera la única mujer en el mundo. Siento que lo estoy perdiendo.
Ahmose la miró, su corazón se encogió al ver sus lágrimas, y al recordar como aquellos







