Mundo ficciónIniciar sesiónAl regresar al palacio, Nefertari se sintió aliviada al encontrar a Ahmose en sus aposentos, terminando de revisar unos pergaminos. La luz del atardecer llenaba la habitación.
—Ahmose —dijo Nefertari.
Él levantó la vista. —Mi amor. ¿Cómo fue tu día?
Nefertari se acurrucó contra su pecho. —Fue… diferente. Fui al mercado.
Ahmose la miró con sorpresa. —¡Al mercado! ¿Disimulada?
Ella asintió. —Sí. Extrañaba la vida de allí. El bullicio, los olores… la sencillez. —Se separó un poco y sacó el amuleto de obsidiana de su túnica—. Y mira lo que me dieron.
Ahmose tomó el amuleto, sus cejas se fruncieron al reconocer la mano de obra nubia. —Es hermoso. ¿Quién te lo dio?
—Un mercader nubio, Hassan —respondió Nefertari—. Me reconoció, a pesar de mi velo. Y dijo algo… peculiar. Que los caminos de Menfis son más peligrosos de lo que parecen.
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