—No. No estoy bien, Baketamon. No lo he estado en semanas. Pero ahora… ahora sé lo que tengo que hacer.
—¿Qué es? —La doncella era cautelosa. Sabía que Nefertari estaba al borde del abismo y temía por ella.
—No me casaré con Menkat y se lo diré a mi padre. Ya he tomado la decisión.
La declaración simple y rotunda hizo que Baketamon dejara caer el jarro de agua con un ruido seco. El agua se derramó en el suelo de piedra. La doncella se arrodilló, sin preocuparse por la humedad y tomó las manos de Nefertari.
—Mi señora, no puede decir eso. No puede. Su padre… el faraón… es un compromiso.
—No es un compromiso. Es una prisión. Y no voy a quedarm