Miré fijamente a Kane, mi mente inundándose con preguntas que no podía expresar. Había algo sobre su presencia que se sentía tanto extraño como extrañamente consolador.
Kane también me estaba mirando. Sus facciones eran claras y brillantes, sus ojos fénix sosteniendo risa mientras me observaba silenciosamente. El silencio se extendió entre nosotros, pero no era incómodo.
Una vez que el convoy comenzó a moverse otra vez, finalmente encontré el valor para hablar.
—¿Me... conocías de antes?
La pregunta colgó en el aire como un hilo delicado.
Kane se congeló por un momento, sus ojos curvándose mientras se llenaron de luz ondulante. Una sonrisa suave jugó en las comisuras de su boca.
—Sí. ¿No tienes ninguna impresión de mí?
Su pregunta me dejó insegura de cómo responder. Busqué en mis recuerdos en blanco, tratando de encontrar cualquier rastro de su rostro, su voz, cualquier cosa que pudiera despertar reconocimiento.
Pero no había nada.
Kane pareció sentir mi lucha y fue directo.
—Te conocí