Llevaba una semana sin ir a trabajar, ya que David no me dejaba hacerlo y tenía miedo de que volviese a pagar sus celos con Jaume. No comprendía que le sucedía, él no era así para nada, pero se había convertido en alguien diferente en los últimos meses.
Aquella tarde David llegó temprano del trabajo, más temprano de lo habitual, me dispuse a hacer como si nada hubiese pasado entre nosotros, a fingir que todo estaba bien. Así que corrí a la puerta, observando cómo me cogía del brazo al llegar hasta mí, y me acercaba a él, para luego sacar su teléfono móvil y ponerlo frente a mi cara.