Apenas eran las 8 de la tarde y ya habíamos terminado. No me apetecía volver a casa, pues sabía que David seguiría dándome la paliza sobre aquel trabajo que había aceptado, lo sabía muy bien.
- ¿Te vas ya? – Preguntó hacia mí, mientras yo asentía. No iba a ir a casa, por el contrario, quería aprovechar y coger el toro por los cuernos. Es decir, llevaba varios días pensando en ir al club, pero siempre me acobardaba y me ponía mil escusas por las que no podía ir. Así que aquel día parecía ser el día perfecto. – entonces te llevo, tengo que ir a llevarle a mi hermana…
- No voy a casa – le corté, mientras él me miraba divertido y se acercaba a mí un poco más – tengo que pasarme por el pueblo.
- Tengo que pasar por allí de camino a…- comenzó