Capítulo veintitrés
Mi corazón se detiene al escuchar sus palabras y con suavidad y sumo cuidado agarra una de mis manos para dejar un beso sobre esta.
Volteo mi rostro hacia la gente que pasa al lado del coche y niego quitando mi mano de su agarre —Elián, llévame de vuelta al instituto —exhalo cerrando mis ojos —ya es casi la hora de salida y si no llego a casa a tiempo mi papá es posible que vuelva a desconfiar en mí —muerdo mis labios y juego con las manos encima de mi pantalón.
—Al menos dime algo.
—¿Qué quieres que te diga? —le doy una mirada rápida —Yo a ti no... Elián, un picaflor... —abro y cierro mi boca —tu me entiendes.
—Está bien —vuelve a su sitio y conduce de regreso, el silencio que hay es el