Las paredes eran grises, los muebles oscuros y las sábanas completamente negras.
Las ventanas eran grandes, pero estaban cubiertas por cortinas gruesas y oscuras.
Si no fuera por la enorme lámpara de araña sobre su cabeza, Kylie habría pensado que estaba en una habitación sin luz.
Vivir en un dormitorio tan deprimente… ¿no tendría pesadillas todas las noches?, se preguntó.
Mientras Kylie salía de su sorpresa, el sonido del agua corriendo llamó su atención.
La puerta del baño estaba entreabierta, y vapor caliente salía por la abertura.
—¿Se está bañando? —murmuró para sí.
Por un instante recordó sus ocho hermosos y sensuales músculos abdominales.
Sintió cómo su rostro se calentaba.
Notó humedad en su nariz y rápidamente la secó. Por suerte, era solo vapor, no sangre.
Retrocedió en silencio, consciente de que debía escapar antes de que ese hombre la devorara. No podía soportar que la descubrieran allí.
En ese momento, el hombre dentro del baño pareció leer su mente.
El agua dejó de corr