—Estoy aquí—anuncié, colocando mi bolso sobre una mesa parecida a un escritorio y a continuación, me senté en un taburete.
—¿Quieres algo de beber? —Keith apareció de una de las puertas con una sonrisa en los labios. Fruncí el ceño al inspeccionar su aspecto. Sin lugar a dudas, estaba retomando su antiguo aspecto: delgado y apuesto.
—Agua estaría bien—contesté y alcé las cejas—vaya, ¿te estás ejercitando o haciendo dieta?
—Ambas cosas. Es un lío retomar mi cuerpo de siempre, pero lo estoy logrando—se jactó de mi elogio y se metió nuevamente por la puerta en busca de mi bebida.
En lo que volvía, dediqué el tiempo a fisgonear los nuevos adornos que alegraban ese antiguo despacho. Antes, era todo sencillo, pero elegante. Ahora, había cuadros de pinturas de flores o de campos con llanuras verdes, cascadas y demás.
Como si de despacho hubiera cambiado a un centro de rehabilitación para personas con neurosis. Regresó casi al instante y se sentó en la silla opuesta a la mía, poniendo la b