—¡Lárgate de aquí! —le grité con rabia.
—Escucha, arribista, no estoy para tus dramas—dijo, cerrando la puerta sutilmente.
—Esperaste a que Barnaby se fuera para volver, ¿verdad? Maldito cobarde—deseé tener algo para reventarle en la cabeza y llamar a Barnaby.
—Es obvio, hasta un retrasado mental se daría cuenta, pero como mi primo y tú son la misma mierda, no percibieron la mentira—soltó una risa mezquina.
—¿Qué quieres, infeliz? Enviaste a tu primo a un viaje estúpido solo para tener a tu merced y lo has logrado—espeté—ahora dime qué quieres conmigo.
—Contigo—me miró con desprecio—nada, pero quiero comprobar si de verdad estás embarazada como tanto alardean Barnaby y tú.
Una sonrisa, que más bien fue una mueca de su parte, cruzó su atractivo rostro y sus fríos ojos grises se postraron en mi abdomen bajo, como si con solo mirarme, pudiera tener el poder de rayos X para salir de dudas sobre mi embarazo.
—Llamaré a la policía si no te largas en cinco segundos—lo amenacé.
—¿Qué tal si t