—No te muerdas la boca, rubia teñida—vociferó, apretándome más la cara y gemí de dolor. Sus dedos eran rudos, nada que ver con los de Barnaby—voy a desenmascarar este complot que has hecho con mi primo y…
De tantas emociones fuertes, mi cuerpo reaccionó al terror y vomité nuevamente, pero esta vez encima de William Flynn, quien me soltó con asco, empujándome contra el refrigerador y saltó hacia atrás con la expresión desfigurada por la repugnancia.
Tal parecía que no iba a poder comerme un maldito sándwich.
Con el empujón que él me propició, me golpeé con fuerza la espalda y casi perdí el equilibrio. William resbaló con el vomitó y me lanzó una mirada mortífera.
—¡Tú…!
—¿Qué te puedes esperar de una mujer embarazada? —rompí a reír, limpiándome la barbilla y escupiendo al suelo. Me daba igual estar sucia de mi propio vómito con tal de tenerlo lejos de mí—estoy en la etapa de las náuseas y vómitos, y a menos que seas Barnaby, mantente lejos de mí.
—¡Eres una asquerosa! —me gritó, asq