Suspiré. Si eso quería, entonces, adelante. Le volteé la cara y afiancé mi mano a la del sujeto con la finalidad de que me fuera más fácil ascender y entré al jet, que estaba totalmente iluminado y no me sorprendió ver tanta elegancia y finura, ya que me estaba acostumbrando nuevamente a ello. Era muy espacioso.
El hombre se cercioró de verme tomar asiento antes de volver a bajar, dejándome sola en ese majestuoso vehículo aéreo.
El asiento era de piel y muy suave. Probé a reclinarlo un poco y alzar la base para descansar los pies, haciéndolo más o menos una cama plegable.
Aquellas comodidades fueron lo que enloquecieron a mis padres y ahora, ellos estaban a tres metros bajo tierra y yo en la cúspide del destrozo de mi vida, intentando darle una mejor vida a mi hermano a manos de un multimillonario egocéntrico y su familia desquiciada.
Al cabo de diez minutos, escuché varios pasos y a continuación, vi a Barnaby aparecer por la puerta. Ni si quiera me miró y se sentó en el asiento conti