Mientras escribía, Clara recordó las dificultades que había enfrentado a lo largo de su vida: las inseguridades que había superado, las noches en vela dedicadas a perfeccionar sus historias y el amor por la escritura que siempre había sido su guía. Con cada palabra que plasmaba en la página, sentía que estaba creando un legado que no solo honraría la memoria de su abuelo, sino que también podría inspirar a otros a seguir sus propios sueños.
La luz tenue de la lámpara en su escritorio iluminaba su rostro mientras su mente se llenaba de recuerdos nostálgicos. Aquel hombre sabio que la había guiado en su juventud, contándole historias de valentía y resiliencia, había sido su mayor fuente de inspiración. “Voy a escribir sobre la importancia de seguir nuestros sueños y de nunca rendirnos”, dijo para sí misma, sintiendo que la pasión comenzaba a fluir como un torrente. La idea de que su trabajo pudiera servir de impulso para otros la llenaba de energía.
Esa noche, Clara se sentó en la mesa