Nunca había perdido el control ni le había gritado a Alexander de esa manera. En el día de nuestra unión, me dijo que prefería las hembras suaves y sumisas. Así que, durante dos años, mantuve una personalidad dócil y obediente cerca de él. Casi nunca lo había contradicho y mucho menos ,había perdido la compostura mostrando una ira tan explosiva.
Al ver hacía atrás, me di cuenta de que él me había manipulado gradualmente, para convertirme en una réplica de Victoria. Pero ahora, no me importaba lo que pensara. Esos días de reprimirme dentro de la casa de la manada, solo para tener contento a un macho frío y egoísta, se habían terminado.
El simple recuerdo me enfermaba. Quizás para él, siempre había sido un personaje prescindible, solo disfrutaba de mi devoción y ternura. Sin embargo, nunca me correspondió ni con un ápice de cariño.
Después de gritarle a Alexander, me sentí liberada, perdiendo gran parte de la amargura que había estado acumulado durante días.
Al escucharme, Aurora salió d