Capítulo 3
Nuestras miradas vacías se encontraron y los ojos de Damián destellaron con un sentimiento de culpa.

Pero, al pensar en las heridas de Sera, apretó los dientes y se dio la vuelta sin decir una palabra más.

Kevin nos observaba completamente atónito.

Lo que yo no sabía era que él había oído hablar de mi reputación como una sanadora talentosa hacía mucho tiempo, y me había admirado en secreto desde lejos.

No obstante, después de enterarse de que tenía un prometido, y que supuestamente estábamos profundamente enamorados, había enterrado sus sentimientos.

En otro tiempo, él había sentido tanta envidia de mi prometido, ese hombre que nunca había visto, pero nunca pudo haber imaginado que cuando más necesitaba de sus cuidados, ese hombre me abandonaría para consolar a otra mujer.

Mi herida seguía sangrando constantemente, aunque yo parecía incapaz de sentir el dolor; mis ojos estaban completamente sin vida.

Los labios de Kevin temblaron con el corazón roto.

—Alicia, déjame conseguir una gasa para tratar tu herida.

Después de que me vendara, le pedí que me ayudara a darme de alta del hospital.

Antes de irnos, Kevin me apartó a un lado suavemente, ya que sabía que ya no tenía un lugar en la casa Blanco, me dijo que, si no me importaba, podía quedarme con él unos días, que estaba dispuesto a cuidarme.

Solo sonreí y negué con la cabeza porque no quería arrastrar a Kevin a ese lío, ya era suficiente con que yo sufriera.

***

Cuando regresé a la casa de los Blanco, noté que mi padre me había enviado un mensaje:

«Sera acaba de recibir tratamiento para sus heridas y necesita que alguien la cuide, así que no volveremos a casa esta noche. Dejé algo de comida en la cocina. Come cuando llegues».

En la mesa del comedor había media pizza y algo de pollo frito frío. Claramente, no había sido guardado para mí, eran las sobras de la comida familiar.

Miré la comida sin expresión, ya estaba acostumbrada a eso.

Cuando Sera llegó a la casa de la familia Blanco por primera vez, mi padre de inmediato sintió lástima por esa omega.

Dijo que había crecido en las remotas fronteras y siendo una omega, había tenido una mala alimentación desde niña, así que cada día no escatimaba en comprar verduras frescas, carne y fruta para alimentar a Sera.

Pero yo ya casi era adulta, por lo que la familia razonó que, como estaba a punto de cambiar y sería más fuerte que Sera, debía cuidar de ella, también debía ser madura y comprensiva.

Desde entonces, me había cuidado sola. Además, la familia esperaba que yo renunciara a todo voluntariamente, por ella.

No era competitiva por naturaleza, así que solo podía observar cómo Sera me arrebataba todo lo que era mío, hasta mi antiguo dormitorio ahora estaba ocupado por ella, mientras tanto, yo vivía en el ático lleno de corrientes de aire, durmiendo en el frío suelo.

Quizá, a ojos de padre, la dulzura y personalidad complaciente de Sera era lo que siempre había querido en una hija.

Justo entonces, la puerta se abrió y mi hermano entró cargando una bolsa.

Al verme allí, se congeló un momento, luego frunció el ceño como si hubiera visto algo repugnante.

—Volví a buscar artículos de aseo para Sera. Además, Damián me pidió que te dijera que quiere romper el compromiso. Aunque crecieron juntos, no son compañeros adecuados y como nunca tuvieron una ceremonia oficial, es mejor separarse en buenos términos. Sera se siente muy culpable, pero el sanador dice que su colapso emocional podría derivar en depresión, y podría hacerse daño otra vez, así que Damián no puede dejarla sola en este momento.

—Esto es algo que le diste y me pidió que te lo devolviera.

Sacó una piedra curativa de alta calidad y me la entregó, era el primer regalo que le había dado a Damián.

De niña, no tenía dinero para comprar cosas caras, pero la jefa de los sanadores de la manada había mencionado que las piedras curativas raras se encontraban en el Bosque Maldito. Así que me había arriesgado a encontrar lobos forasteros y pasé un mes entero buscando hasta encontrar esa piedra.

Damián estaba haciendo en entrenamiento alfa en ese entonces, y llegaba a casa cubierto de heridas todos los días, por lo que necesitaba esa piedra curativa desesperadamente.

Todavía podía recordar que Damián había llorado y me abrazó, prometiendo que atesoraría ese regalo para siempre.

Pero ahora, no solo había olvidado esa promesa, sino que ni siquiera me devolvió el regalo en persona.

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