Capítulo 02.

Bastián Leroy:

—Qué vergüenza llegar tarde a mi propia firma de libros. Espero no haber tardado mucho —la joven toca el brazo derecho del mueble donde pretende sentarse, pero toca mal y casi se va de lado. El público ríe. Ella niega con su cabeza mientras le asegura al vigilante, que se acercaba a ayudarla, que está bien.

—No tardaste mucho, solo fueron pocos minutos…

—Qué bueno —suspira aliviada.

—Unos largos cuarenta minutos…

—Oh. —Acomoda su vestido y aprieta sus labios con fuerza, haciendo reír al público con más intensidad —. De verdad lo siento, mi gato estaba enfermo y…

—De seguro no tiene un gato, esa es la excusa que siempre usan para que se compadezcan de ella —le susurro a mi hermano, sin dejar de mirar a la autora.

—De hecho, sí tiene uno. —Me muestra el libro que compró antes de que entráramos y me muestra la foto que tiene la autora allí: ella besando a un gato que estira sus patas sobre su pecho.

—Annette Martin… —saboreo su nombre entre mis labios. Sale con mucha facilidad y suena como si pudiera acostumbrarme a él.

—Deseamos lo mejor para el adorable Disten —dice la presentadora.

—Gracias, de verdad, muchas gracias.

—¿Quieres conversar un poco con el público o deseas pasar directo a la firma del libro? —La autora sonríe.

La verdad, tiene una linda sonrisa. Es de esas que te hacen querer sonreír también, sin que haya algún motivo más que ella misma.

—Me encanta cuando toman en cuenta este tipo de cosas. Muchas veces disponen de las personas sin importarles si tiene el tiempo o no, o si simplemente quiere hacerlo o no —dice, y estoy muy de acuerdo —. Quiero conversar un rato con ustedes y luego vamos a las firmas. ¿Les parece? —Esta vez se dirige al público y las personas se ponen eufóricas.

Tengo mucha curiosidad. ¿Qué tipo de temas toca esta autora? ¿Por qué la admiran tanto? En los folletos decía que es número uno tanto en ventas como en rating.

—Pasaré el micrófono por la audiencia para que vayan haciendo algunas preguntas.

La presentadora, una mujer de aproximadamente sesenta años, y que viste con mucha elegancia, se dirige hacia la primera persona que elige del público.

—Buenas tardes, mi nombre es Mirtha —se presenta una chica que habla con mucha timidez —. Solo quería decirte que, tanto tus historias, como tú historia, me han ayudado mucho a seguir adelante y sobrellevar todo lo que ha sucedido en la mía. Eres una gran persona y no sabes cuánto has ayudado a muchos con tus escritos.

—Vaya… —susurro, interesándome más en el tema. En ese momento abro mi libreta y me apunto el nombre de la autora para buscarla y opinar sobre sus trabajos en algún momento.

—Waow, eso fue tan… ni siquiera tengo palabras —admite Annette —. Pocas veces suelen dejarme sin saber qué decir —bromea.

—Yo quiero preguntarte: ¿Cómo es tu proceso de escritura? —Pregunta otra persona desde el público.

—Pues, en realidad, todo el día se me vienen escenas, conversaciones, ideas, a la mente, entonces, para poder tomarlas y que no se me olviden, lo que hago es que tengo conmigo una libreta que llevo a todos lados y apunto siempre todo.

Sonrío, mirando mi libreta entre mis manos con la que hago lo mismo.

>>Si por algún motivo no tengo la libreta conmigo o está fuera de mi alcance, busco una hoja, una servilleta o lo que sea, hasta anoto en las notas del celular, pero siempre lo escribo. Es la única manera de no dejarlo pasar.

Tenemos mucho en común, por lo que veo.

Mi sonrisa se borra cuando veo que le entregan el micrófono a mi hermano e intento quitárselo antes de que pregunte cualquier estupidez, pero no alcanzo a hacerlo. Él se aleja de mí, rodándose en el banco hacia el otro extremo, y comienzo a rogarle al cielo porque no diga o pregunte algo estúpido.

—¿Por qué no crees en el amor?

Frunzo el ceño al escuchar su pregunta y levanto mi mirada hacia la autora, quien ahora ríe más que antes.

—Esa pregunta ya la he contestado con anterioridad. Me pasó algo que…

—Sí, pero, te pasó una cosa y enseguida te cerraste a volver a estar de manera romántica con alguien. Me parece que, si le tomas miedo porque te pasó varias veces, sería comprensible, pero tengo entendido que solo ocurrió una vez. ¿No es así?

Vaya. Por primera vez mi hermano está haciendo preguntas interesantes y que me tienen más que atento a las respuestas. La chica no cree en el romance… ¿Por qué?

—Tienes razón, solo me ocurrió una vez. Pasa que en ese momento comencé a escribir y por ende a investigar sobre todo este tema del desamor. Me encontré con miles de casos que desglosé. Historias que me parecieron interesantes y me inspiraron a escribir otras, y fue pasando el tiempo y no me interesaba en nadie. Mientras más información tenía sobre esa palabra, la palabra ‘’amor’’, menos creía en ella. Puede que dos personas se junten, se aprecien y sientan algo entre ellos, pero, para mí, hay de dos opciones: o no existe esa palabra, o simplemente la han vuelto algo que no es, algo que traspasa dimensiones, haciéndola sonar como la cosa más increíble e inigualable del planeta, cuando no es así.

—¿Es por eso que escribiste ese post en tu blog personal? —vuelve a preguntar mi muy curioso hermano.

—Oh, eso. Muchas personas me han preguntado sobre eso, pero creo que lo que dice está más que claro ¿no?

—Sin embargo, ahora que estás aquí, estaría bueno que lo explicaras por ti misma ¿no crees?

Annette miró fijamente a mi hermano, seria, como estudiándolo. Mejor que no pierda su tiempo porque un joven testarudo al que ni yo mismo comprendo. Ella sonríe, estando complacida con lo que puede detectar, algo que ahora soy quien no entiende qué es.

—¿Tú te has enamorado, niño? —Le pregunta.

—Aclaro que no soy un niño, tengo dieciocho, pero no soy un niño. —Eso hace reír al público y sonrojar a mi hermano. Había olvidado como de roja suele ponerse todo su rostro cuando lo intimidan —. En realidad, mis preguntas han sido porque me ha pasado algo parecido a lo que le ocurrió a usted…, verá, cuando tenía dieciséis también me enamoré y ella prefirió irse con otro, no me escogió —mi sonrisa se borra al escucharlo. Más le vale no estar inventando esto —, desde entonces, no es que no crea en el amor, porque sí lo hago, pero he preferido mantenerme alejado de ese sentimiento. Digamos que soy amante de las faldas libres…

—Entiendo. Bueno, supongo que, si yo creo o no en el amor, lo cual es que no lo hago, aquí lo que importa es que mi escritura les ayude a atravesar esos momentos por los que pasaron o están pasando. Tengo dos libros que son específicamente para esas cosas y el que voy a firmar hoy es justamente uno de esos. Los demás, les suplico, no los lean si están tristes porque los va a poner más triste, los va a destrozar.

—Es tarde para eso, mujer —grita una lectora entre el público.

—No supero cómo asesinaste a Miguel en ese final —llora otra.

—Miguel era todo lo que estaba bien en el libro. Julia quedó destrozada.

—Julia era una pendeja que no merecía el amor de Miguel. Mejor que esté muerto que sin ella.

Y es así como comienzan a discutir las personas, gritándose. Cuando ponen orden, Annette decide leer y explicar el post que subió el día anterior para calmarlos a todos.

—Entonces dice así: ‘’Buenos días, mis muy queridísimos lectores. Hoy quiero darles las gracias por haber puesto a mi última y más reciente novela como número uno en toda Francia. Es un honor para mí hacer historias con las que las personas se sientan identificadas. Ya mismo estoy pensando en mi próximo libro, tengo un título y estará ambientada en la capital de mi país: parís. ¿Qué por qué voy a escribir una historia que se desarrollará justo en la ciudad del amor, si mis temas predilectos son sobre el desamor y sus trágicos finales? Pues, me he propuesto demostrar que, detrás de todo el teatro del romance, se encuentra una cruda realidad que las personas no quieren aceptar o se niegan a verlo. Y eso es porque… El amor es un mito’’.

>>Bueno, creo que el post lo dice todo, así que solo aclararé que ya la historia está comenzada; trata de una adolescente que básicamente va a los diferentes lugares donde suelen ir las parejas a compartir su romance y se decepciona un poco al ver la cruda realidad de lo que hay detrás de ello. Estará muy interesante. Hablará sobre la alta sociedad y compromisos forzados, sobre las celebridades y sus tratos, chicas que son tratadas como basura luego de haber obtenido lo que querían de ellas, hombres que son dejados en cuanto quedan en bancarrota. El amor básicamente depende de muchos otros pilares que las parejas no toman en cuenta al momento de empezar una relación, nunca lo hacen, y es por eso que los lleva al fracaso, o pueda que lleguen a estar juntos por siempre, pero, ¿de qué vale haber estado toda una vida con alguien con quien no fuiste feliz? ¿Con quién no estuviste de acuerdo muchas veces? ¿O lo dejaste ganar solo por ya no tener las fuerzas de haber batallado? Pocas parejas han llegado hasta el final como se debe. ¿Saben por qué es eso? Falta de comunicación, comprensión y empatía. Siempre falta una de estas tres palabras en la formación de una pareja y, por ende, en el amor.

>>Un cinco por ciento de las parejas llegan con esas tres palabras hasta el final, un quince por cierto con dos de ellas, un veinticinco por cierto con solo un, y el resto, esos cincuenta y cinco restantes no sobreviven. No pasan de meses. —Se lamenta —. El amor es y seguirá siendo un mito para mí.

—A lo mejor piensas así porque, como tú misma dijiste, no has llegado a sentirlo —no puedo evitar levantar mi voz para ser escuchado.

—¿Perdón?

—Puedo prometerte que el amor existe. —Me pongo de pie. Es imposible que no me vea, debido a mi altura. Todo el mundo exclama, sorprendidos, por mi arrebato —. Olvídate de los pilares, de toda esa clase barata filosófica, e, incluso, olvídate de que son excusas. Porque eso son tus palabras, puras excusas de las que te tratas de convencer para evitar sentir algo por alguien alguna vez —meto mis manos en mis bolsillos y levanto mi mentón, esperando a que diga algo. Quiero reír al ver su boca abierta, ella está indignada.

—¿Quién se supone que eres tú?

—Bastián Leroy —y hago una mueca, restándole importancia a lo siguiente que digo: —un simple pizzero.

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