POV de DIEGO
Nunca pensé que una conversación podía sentirse como una batalla. Pero eso era exactamente lo que pasaba cada vez que Adriana y yo hablábamos últimamente. No importaba si empezábamos en calma, siempre terminábamos levantando la voz, empujando los límites, como si quisiéramos ver quién se quebraba primero.
Hoy no fue la excepción.
—¿Entonces eso es todo? ¿Te vas sin siquiera intentarlo? —su voz temblaba, y no sé si era por rabia o por tristeza.
—No se trata de no intentarlo, Adriana. Es que esto… esto ya no es lo mismo.
Ella se cruzó de brazos, sus ojos clavados en los míos como dagas.
—¿No es lo mismo o simplemente no quieres luchar por lo que tenemos?
Sentí la punzada en el pecho, pero traté de mantenerme firme.
—Tú también lo sabes. Hemos cambiado. Todo cambió desde que lo de mi mamá empeoró, desde que dejé de venir a clase, desde que tú…
—¿Desde que yo qué? —interrumpió, dando un paso hacia mí.
Tragué saliva.
—Desde que empezaste a mirarme como si fuera un problema más