POV de Diego
El sonido de las olas rompiendo en la orilla me despertó antes del amanecer. Adriana dormía a mi lado, su respiración tranquila, su rostro relajado bajo la tenue luz que se filtraba por la ventana. Era en momentos como este cuando realmente comprendía lo lejos que habíamos llegado.
Solía pensar que la vida que llevábamos era inescapable, que siempre estaríamos atrapados en un ciclo interminable de violencia y represalias. Pero ahora, por primera vez en años, sentía que habíamos encontrado un camino distinto.
Con cuidado, me levanté de la cama y salí al balcón. El aire salado me llenó los pulmones mientras observaba el horizonte, donde los primeros destellos de luz comenzaban a teñir el cielo de tonos dorados y naranjas.
Nuestros planes estaban en marcha. Cerramos todos los negocios que nos ataban al pasado, vendimos propiedades estratégicas y cortamos los últimos lazos con la vida que una vez conocimos. Pero todavía quedaban cosas por hacer.
—¿No puedes dormir? —La voz de