POV de DiegoLa traición nunca viene de los enemigos, sino de aquellos en quienes confías. Esa era la lección amarga que Adriana y yo tuvimos que aprender aquella semana. Nuestra fundación, construida con esfuerzo y dedicación, había sido víctima de una filtración de información sensible. Datos financieros, estrategias de expansión, incluso detalles de los beneficiarios de nuestros programas, todo había caído en manos de nuestro grupo rival. La prensa no tardó en hacerse eco de la noticia, y las acusaciones comenzaron a llover sobre nosotros.El dolor de la traición se sintió como una puñalada en la espalda. Lo peor de todo era que había sido alguien de nuestro equipo. No un extraño, no un enemigo de afuera, sino alguien que había compartido nuestra visión, nuestro sueño de cambiar vidas. Cuando logramos identificar al culpable, una mezcla de ira y decepción se apoderó de mí.Adriana y yo nos enfrentamos a él en nuestra oficina, un lugar que alguna vez simbolizó confianza y unidad. Su
POV de DiegoAquí tienes la continuación de la historia con el capítulo en primera persona desde el punto de vista de Diego.El calor sofocante de la selva colombiana se pegaba a mi piel mientras seguía al líder de la comunidad por los caminos de tierra. Mis botas se hundían ligeramente en el suelo húmedo, pero apenas me di cuenta. Mi mente estaba atrapada en lo que veía a mi alrededor.Niños descalzos corrían entre las chozas hechas de madera y lonas viejas, sus cuerpos delgados reflejando la desnutrición. Mujeres hervían agua en fogatas improvisadas, sus rostros marcados por la fatiga. Y las casas… si es que podían llamarse casas… eran estructuras frágiles que no aguantarían otra temporada de lluvias.—Nos dijeron que vendrían, pero no lo creímos —dijo el hombre mayor que nos guiaba. Su tono era seco, su mirada llena de escepticismo.Antes de que pudiera responder, Adriana se adelantó.—No somos como los demás —dijo con firmeza—. No venimos por una foto o un discurso. Queremos const
POV de AdrianaEl llanto fuerte y claro del bebé rompió el silencio de la habitación, y en ese instante, todas las horas de dolor, el cansancio y la incertidumbre desaparecieron. Lágrimas cálidas rodaron por mis mejillas cuando sentí su diminuto cuerpo contra mi pecho por primera vez. Su piel era suave, su respiración temblorosa y su pequeño puño se cerró con fuerza alrededor de mi dedo.—Es un niño fuerte —susurró Diego a mi lado, su voz llena de emoción.Giré mi rostro hacia él y vi sus ojos brillar con un orgullo indescriptible. Sus labios temblaban con una sonrisa emocionada mientras acariciaba la cabeza de nuestro hijo con infinita ternura.—Bienvenido al mundo, mi amor —murmuré al bebé, sintiendo cómo su calor llenaba cada rincón de mi ser.La llegada de nuestro hijo, al que decidimos llamar Nicolás, no solo marcó un nuevo capítulo en nuestras vidas, sino que también nos recordó por qué hacíamos todo esto. Todo el sacrificio, el trabajo incansable, las batallas que habíamos libr
POV de DiegoDesde que Adriana y yo supimos que íbamos a ser padres, nuestras vidas dieron un giro completo. Ella, como siempre, intentaba manejarlo todo al mismo tiempo: la fundación, los proyectos en marcha y su embarazo. Yo trataba de ayudarla en lo que podía, pero a veces sentía que solo estorbaba. —Tienes que descansar, Adriana —le dije una noche mientras la veía trabajar en su laptop, una mano apoyada sobre su creciente vientre. —Solo un poco más, Diego. Esto es importante. Suspiré, acercándome para quitarle la laptop con suavidad. —Nada es más importante que tú y el bebé. Me lanzó una mirada de advertencia, pero al final cedió, dejando que la ayudara a acostarse. Mientras la observaba quedarse dormida, mi mente empezó a llenarse de dudas. ¿Sería un buen padre? Mi propio padre nunca estuvo presente, y mi madre… bueno, nuestra relación siempre fue complicada. ¿Cómo podía estar seguro de que no repetiría sus errores? La idea me atormentaba en silencio. Cada vez que Adr
POV de AdrianaMe quedé mirando las dos líneas rosas en la prueba de embarazo, con las manos temblorosas mientras sujetaba el pequeño palo de plástico. Una oleada de emociones me invadió: alegría, miedo, incertidumbre. Había imaginado este momento antes, pero ahora que era real, me encontraba paralizada, incapaz de procesar lo que esto significaba para mí, para Diego, para nosotros.La fundación que habíamos construido juntos estaba prosperando, pero aún estábamos en las etapas cruciales de expansión. Diego había puesto su corazón y alma en este sueño, trabajando largas horas, asistiendo a reuniones, asegurando financiamiento. Sabía cuánto significaba para él. Y ahora, aquí estaba yo, con una noticia que podía cambiarlo todo.¿Esto nos retrasaría? ¿Lo vería como una carga en lugar de una bendición?Presioné una mano contra mi estómago, con la respiración temblorosa. Un bebé. Nuestro bebé. El pensamiento me llenó de calidez, pero casi al instante, la duda volvió a aparecer. ¿Era el mom
POV de DiegoEl sonido de la risa de Adriana me llegó antes de verla. Era ligera, burbujeante, una melodía que extrañaba más de lo que me había dado cuenta. De pie en el umbral de nuestra casa, me encontré momentáneamente congelado, observándola desde la distancia mientras hablaba animadamente con Sofía. El peso sobre mis hombros—el agotamiento de las últimas semanas—se desvaneció por un instante al verla.Entonces, se giró, sus profundos ojos marrones encontraron los míos, y todo lo demás desapareció. Ahí estaba ella, después de semanas separados, luchando nuestras propias batallas. Sin pensarlo dos veces, crucé el espacio entre nosotros y la atrapé en mis brazos. Se sentía cálida, familiar. Hogar."Te extrañé," murmuré contra su cabello, inhalando el aroma de vainilla y algo que era únicamente Adriana.Se apartó lo suficiente para mirarme, sus manos descansando sobre mi pecho. "Estás aquí," susurró, como si necesitara confirmar que era real."Estoy aquí," le aseguré, presionando un
La semana siguiente fue un torbellino de planes, reuniones y largas noches trabajando juntos. Adriana y yo nos sumergimos por completo en la expansión de la fundación. Sabía que su pasión era inquebrantable, pero verla en acción, con sus ideas claras y su determinación implacable, me recordó por qué me enamoré de ella en primer lugar.Un jueves por la mañana, mientras revisábamos posibles alianzas para el programa de educación, noté algo diferente en ella. Sus movimientos eran más pausados, y aunque intentaba disimularlo, había cansancio en sus ojos. Dejó escapar un suspiro y se masajeó las sienes.—Estás bien? —pregunté, cerrando mi computadora y enfocándome en ella.—Sí, sólo un poco agotada —respondó con una sonrisa débil. —Creo que he estado durmiendo poco.La miré con escepticismo. Había visto a Adriana en sus momentos más fuertes y también en sus momentos más vulnerables. Sabía cuándo algo no estaba bien. Me levanté y caminé hasta ella, apoyando mis manos en sus hombros.—Adrian
El gran salón zumbaba con el murmullo diplomático, las arañas de cristal proyectaban una luz dorada sobre los suelos de mármol pulido. Me ajusté el blazer, escaneando la sala en busca de rostros familiares, pero mi mente estaba en otro lugar: en casa, con Diego.Él enfrentaba su propia batalla, una que amenazaba los cimientos mismos del legado de nuestra familia. Un astuto abogado, contratado por un viejo rival, había surgido de las sombras, reclamando derechos sobre nuestra propiedad. Era una emboscada legal, y Diego había prometido manejarla él mismo.Exhalé lentamente. Mi lugar estaba aquí, representando los intereses de nuestra familia en el escenario mundial, pero mi corazón tiraba hacia Diego y la lucha que estaba enfrentando.Diego se sentó frente al abogado en el estudio tenuemente iluminado de nuestra propiedad. Las paredes, alineadas con libros, eran testigos silenciosos de décadas de historia familiar. El hombre frente a él, Emilio Rojas, tenía una mirada aguda, su sonrisa