POV de Diego
Las primeras luces del amanecer pintaban el cielo de un color naranja suave, mientras la ciudad comenzaba a despertar. Adriana y yo habíamos estado trabajando sin descanso durante días, organizando el esfuerzo de ayuda para los damnificados por el desastre natural que había azotado nuestra región. No solo era una cuestión logística, sino también emocional. Había algo en el aire, una sensación palpable de unidad que nos empujaba a seguir adelante.
Desde el principio, habíamos entendido que nuestra misión no era solo entregar suministros. Era construir puentes, crear un sentido de comunidad, restaurar la esperanza en medio de la devastación. Adriana, con su enfoque decidido y su capacidad de organización, se convirtió en el pilar sobre el que muchos de nosotros nos apoyamos. Yo, por mi parte, trataba de ser la mano amiga, el oído atento para quienes necesitaban hablar. Los días se alargaban en noches interminables, pero ver cómo la gente se reunía, cómo surgían iniciativas,