Durante la siguiente semana, Dante aún no había regresado.

Pero yo sabía en todo momento lo que estaba haciendo, después de todo, a Isabel le gustaba publicar cada detalle en redes sociales, así que no me era difícil enterarme.

Los dos fueron a las aguas termales, a ver el mar, se habían tomado fotos al amanecer...

En mis redes sociales, una vez más, vi a un Dante diferente. Resulta que él también podía comportarse como un hombre común enamorado.

Sin embargo, durante esos días yo tampoco había estado ociosa, había demasiadas cosas en la casa, por lo que me tomó varios días limpiar todo al milímetro.

También aproveché para regresar a casa y contarles a mis padres que iba al instituto de investigación médica en Milán, y que en los próximos días me sería muy difícil contactar con ellos.

Mi padre se sorprendió un poco.

—¿No te ibas a casar pronto con Dante? ¿Acaso van a vivir separados?

Mi madre también estaba algo preocupada, por lo que, tomándome la mano, me aconsejó:

—Piénsalo bien, Lina, tú y Dante llegaron a este punto con mucha dificultad. Me temo que, si te vas a hacer investigación médica, él no estará de acuerdo, incluso podría cancelar la boda y terminar contigo...

Entendía la preocupación de mis padres. Habían visto mi persistencia hacia Dante durante todos estos años, y también habían percibido desde temprano la actitud de él hacia mí.

Mis padres una vez me habían aconsejado sutilmente, pensando que mi posición en el corazón de Dante no era importante, y me habían pedido que lo considerara bien, pero, en ese momento, yo estaba llena de confianza, firmemente convencida de que podía cambiarlo, que podía lograr que me aceptara por completo.

Así que mis padres dejaron de insistir.

Pero ahora, quien decidía cancelar la boda era yo.

Después de contarles mi decisión, mis padres permanecieron en silencio por mucho tiempo.

No mencioné el hecho de que Dante ya había embarazado a Isabel, temiendo que no pudieran soportar tal golpe, sino que me limité a decirles que quería continuar en la medicina, hacer una contribución a la ciencia médica.

Finalmente, mi padre suspiró, me palmeó el hombro y dijo:

—Mientras tú no te arrepientas, está bien.

Después de regresar a casa, invité a mi mejor amiga Linda para que me ayudara a limpiar las cosas que ya había empacado. Las cajas de cartón se amontonaban en la sala, ocupando un espacio considerable.

Subimos y bajamos varias veces, hasta finalmente las tiramos todas al basurero, dejando la habitación completamente vacía.

Linda miró todo lo que tenía frente a ella, llena de emociones.

Aún recordaba que hacía dos meses, cuando acababa de tener éxito al proponerle matrimonio a Dante, emocionada, me había llevado a beber toda la noche, y ambas habíamos hablado sin parar de que finalmente había logrado mi deseo.

No esperaba que, después de solo dos meses, yo decidiera cancelar la boda.

—De verdad lo estás haciendo en serio. Pensé que ese día cuando hablaste de cancelar la boda estabas de broma —dijo con una expresión de incredulidad. Te he visto perseguir a Dante durante tantos años, ¿qué te pasó exactamente? ¿Por qué decidiste dejarlo ir?

Tal vez porque pronto me iría, sentí ganas de desahogarme y le conté a Linda todo lo que había pasado durante este mes, incluyendo lo de Dante e Isabel, lo de su hijo.

Después de escuchar, Linda no pudo evitar soltar una palabrota.

—Con lo bien que lo has tratado, ¡resulta que antes de casarse se convirtió en padre del hijo de otra mujer, ¡¿y encima espera que estés de acuerdo?! ¡¿Qué diablos estaba pensando?!

Bajé la cabeza, tragándome la amargura de mi corazón.

—¿Quién sabe? Él dice que Isabel es su salvavidas, que tiene que cumplir su deseo.

El rostro de Linda estaba lleno de ira.

—¡Pero tú también eres su salvavidas! ¿¡Por qué te trata así!? —inquirió, sin comprender.

Pero yo… ya no respondí.