Una semana antes del ritual de la marca, por una sola frase de su amiga de la infancia Sofía, mi prometido Alpha, Adrián, cambió el lugar del ritual: de la orilla del Lago de la Luz de Luna al Bosque de las Luciérnagas. El día del ritual, yo acudí sola a la orilla del Lago de la Luz de Luna para comenzar mi ceremonia de la marca.
La orilla del Lago de la Luz de Luna fue el lugar donde Adrián y yo nos conocimos por primera vez, y también el sitio donde casi di mi vida por él; para los dos tenía un significado especial.
Sin embargo, nunca hubiera imaginado que, por una frase de Sofía, él llegaría a cambiar el lugar del ritual.
Todo mi cuerpo temblaba sin poder controlarlo; me tapé la boca con fuerza para no romper en sollozos.
Un amigo de Adrián aconsejó:
—Una cosa tan importante deberías consultarla con Laura; si ella se entera de que cambiaste el lugar del ritual por tu cuenta, seguro montará un escándalo.
Adrián suspiró y, con cierta resignación, dijo:
—No se lo dije precisamente porque no quería verlo hacer una escena; ustedes conocen el carácter de Laura: siendo ya casi una Luna, es muy quisquillosa. Si se entera, otra vez me tocará a mí calmarla.
—Además, Laura me quiere tanto que llegó a sufrir quemaduras extensas en la piel para salvarme; un cambio de lugar tan insignificante lo aceptaría sin duda.
Todos a su alrededor rieron a carcajadas, alabando el carisma de Adrián, capaces de hacer que una mujer se entregara a él de forma incondicional.
De pronto alguien dijo:
—Adrián, no creas que no lo sabemos: ¿no escogiste el Bosque de las Luciérnagas porque Sofía quería ver luciérnagas?
—Ja, claro, Sofía viene de una buena familia y es guapa; no es de extrañar que Adrián haya cambiado hasta el lugar de su propio ritual por ella.
—Pensábamos que te casarías con Sofía; ¿cómo terminaste con Laura? Además no es muy agraciada y tiene una gran cicatriz por las quemaduras.
Al oír eso, el rostro de Adrián se oscureció; con voz fría dijo:
—Cállense. Sea como sea, Laura será mi futura Luna. Cuiden la lengua: si ella llega a oír eso, no los voy a perdonar.
Todos asintieron repetidamente.
De pronto sonó el teléfono de Adrián; al ver en la pantalla el nombre “Sofía”, todos sonrieron con doble sentido.
Adrián ignoró las miradas extrañas y contestó con ternura:
—¿Por qué me llamas de repente?
Al otro lado del teléfono se oyó la risita coqueta de Sofía.
—He recibido el collar que me compraste. ¡Es precioso!
—Lo vi en una subasta, me pareció perfecto para ti y lo puje; espero que te guste —respondió él—.
—¡Claro que me gusta! —dijo Sofía feliz—, pero ¿no fue muy caro ese collar?
—No fue caro, apenas 300.000 dólares; si te hace feliz, todo merece la pena.
Sofía rió entre risitas: —Entonces, el día de tu ritual voy a llevar ese collar.
Adrián, con ternura, dijo: —También encargaré tu vestido; cuando salgas, causarás sensación.
Colgó y llamó al diseñador más famoso de la manada:
—Diseña para mí un vestido; tiene que ser perfecto. En tres días quiero la propuesta; el precio no es problema.
Luego añadió: —Te daré una gema lunar azul; la incrustaremos como adorno en el vestido.
Los amigos se quedaron boquiabiertos: —¿La única gema lunar azul del mundo? ¿No era ese el anillo de compromiso que le diste a Laura? ¿Vas a usarlo así, como adorno para Sofía?
Adrián no pareció preocupado: —Laura tiene muchísimos anillos, no le falta ese. El vestido de Sofía tiene que ser el más perfecto para estar a la altura de ese collar.
Bajé la cabeza y sonreí amargamente; además de un velo barato, mi ritual de la marca no tenía nada más.
Cuando Adrián me lo entregó me dijo:
—Pronto serás una Luna; debes practicar la moderación y no derrochar. Además, aún no te han terminado el injerto de piel; un velo te va mejor que un collar.
Esa gema lunar azul fue la promesa que me hizo después de que casi perdí la vida salvándolo.
Ahora veo que aquello por lo que di mi vida no es más que un mero adorno para Sofía.