Nuestro instructor de vuelo era un joven Alfa llamado Adrián Escarcha. La palabra "guapo" no alcanzaba para describirlo.
La mayoría de las mujeres del grupo se había apuntado solo para mirarlo. Sus rasgos perfectos y esos ojos grises tan intensos llamaban la atención a donde fuera.
A pesar de toda esa atención, se mantenía serio y profesional. Solo hablaba cuando le preguntaban algo del trabajo, siempre distante y difícil de alcanzar.
Antes de que comenzara la lección de helicóptero, revisó meticulosamente el equipo de seguridad de cada persona. Cuando llegó mi turno, sus ojos se quedaron fijos en mí más tiempo del necesario.
Había algo extraño en sus ojos, casi como reconocimiento, como si nos hubiéramos conocido antes. Pero no dijo nada, simplemente verificó mi arnés de seguridad antes de guiarnos hacia el cielo.
Cuando estaba con Bruno, él nunca me permitía participar en deportes extremos o actividades de adrenalina. Siempre se preocupaba por mi salud y seguridad, insistiendo en que