*—Callum:
Tiró de la cadena dos veces, se limpió como pudo y fue al lavabo. Se enjuagó la boca varias veces y se echó agua en la cara. Su reflejo le devolvió la mirada con ojeras y mejillas pálidas. Parecía un enfermo, pero así se ponía cualquiera después de vomitar y perder la mitad de tus fuerzas en ello.
Callum suspira.
Se aseguró de que estaba presentable y fue directo al ascensor para regresar al piso presidencial. No tenía fuerzas para subir siete pisos por las escaleras.
Debía de ser el vínculo. Dominick no estaba. Había viajado a Boston por una reunión con unos clientes y no regresaría hasta esa noche, pero pensar en él le apretó el pecho. El vínculo tiraba. Lo necesitaba. Su olor, su presencia. Tal vez podía ir a su oficina, encerrarse allí un rato y calmar su ansiedad con las feromonas que aún persistían en ese espacio.
Cuando el ascensor llegó al último piso, las puertas se abrieron revelando a Leonardo Rocha, el jefe del departamento legal, quien venía caminando hacia él.