*—Callum:
Dominick entró en un complejo de torres residenciales privadas y estacionó en una plaza vacía. Apagó el motor, pero no el sistema eléctrico del auto. Luego se volvió hacia él, su expresión tranquila, pero sus ojos atentos.
—¿Qué pasa, Callum? —preguntó Dominick con suavidad, mientras sus feromonas especiadas llenaban el reducido espacio del auto, envolviéndolo con una calidez reconfortante, tratando de calmar la tormenta que claramente sentía en él—. Has estado en silencio desde que salimos del consultorio de Edward… Estás triste por lo que dijo, ¿verdad? Sobre el embarazo… sobre un posible hijo.
Callum apretó las manos sobre su regazo, los nudillos blancos por la tensión.
—¿Y si no puedo tener hijos… me dejarás? —soltó de repente.
El aire se tensó al instante.
Callum apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una oleada intensa de feromonas de ira lo golpeara, dejándolo sin aire por un segundo. Alzó la vista con temor, y vio el rostro de Dominick endurecido, su mandíbula