Noté cómo la conciencia de Esteban se debilitaba cada vez más y la desesperación me invadió mientras corría como nunca lo había hecho en la vida.
"¡ESTEBAN! ¡AGUANTA!" — le grité mientras subía corriendo las escaleras dentro de la casa de la manada. Ni siquiera noté que Mar, Jake, Isa, Julián y Ana me seguían preocupados: ellos corrían más despacio que yo.
"Lo siento. Te... amo"— escuché decirle justo antes de que su conciencia desapareciese.
"¡NO!¡NO!¡NONONO!¡ESTEBAN!¡ESTEBAN!" — le grité desesperada pero no obtuve ninguna respuesta y corrí aún mas rápido mientras intentaba alejar el miedo: él estaba... estaba... estaba bien. Tenía que estarlo.
Llegué a nuestra habitación unos segundos después: en el suelo, tirado de cualquier manera, se encontraba Esteban, totalmente inconsciente. En el brazo tenía clavada una jeringuilla a medio vaciar. Me abalancé sobre él mientras un grito de dolor salía de mis labios y arranqué la aguja de su cuerpo. La lancé lejos.
— ¡ESTEBAN! ¡DESPIERTA! ¡DESPI