Capítulo 143 —La puerta de la habitación 217
Narrador:
La ambulancia avanzó por la ciudad como cualquier otra. Sin sirenas, sin luces. Solo el sonido discreto del motor y las indicaciones pausadas de Bernardo.
—Cuando entremos —dijo, sin mirar —mantenga la cabeza baja y camine detrás de mí. No salude a nadie. No mire de más. Si alguien la intercepta, yo hablo. Usted no existe.
Azucena asintió en silencio. Bajo la mascarilla, tenía la mandíbula apretada. Su respiración era pareja y controlada. Pero sus ojos… sus ojos ardían. Al llegar a la entrada trasera del hospital, se detuvieron en la zona de descarga. Era la entrada que usaban siempre. Nadie los detuvo. Una enfermera alzó la vista y les abrió automáticamente con el botón del mostrador. Bernardo bajó primero. Azucena lo siguió. La luz blanca del pasillo le dio en la cara. Se ajustó la mascarilla una vez más, bajó la mirada y caminó.
—Voy a encargarme de recepción —susurró él sin girarse —Usted busque lo que vino a buscar.
Bernardo