Capítulo 173 —Su lengua, su apellido
Narrador:
La mansión estaba en silencio, pero no era calma: era la espera del filo antes del golpe. En el salón principal, Aylin permanecía sentada, pálida, con los ojos hinchados de tanto llorar. Eros no dejaba de caminar de un lado a otro, con la furia marcada en cada gesto, mientras Sasha estaba en un rincón, abrazando a Mateo que ya se había quedado dormido del agotamiento y del llanto. Leonardo, rígido, se mantenía de pie cerca de la ventana, sin apartar la vista del camino de entrada. Cuando finalmente los motores se escucharon afuera, todos se pusieron tensos. El Diablo y Dominic cruzaron la puerta principal sin mediar palabra. Sus pasos resonaron pesados hasta el centro del salón. Eros se adelantó, con la respiración entrecortada.
—¿Y bien? —preguntó, casi rugiendo —¿Qué dijo Mauricio?
El Diablo se detuvo frente a todos. Su rostro era piedra, pero sus ojos oscuros ardían. Miró a uno por uno antes de hablar, y cada segundo de ese silencio fue