CAPÍTULO 4 – Amenaza.

Briana casi rio de los nervios cuando un amigo suyo, que era abogado, comenzó a darle esperanzas.

—Puedes presentar este documento que a misma Claire firmó para que te hicieras cargo de Maya en sus viajes… o en el momento en que estaba indispuesta… —miré el documento y sonreí.

—Claro… ¿Entonces? ¿Cómo es que debo amenazarlo?

—Muéstraselo, e instalo a ir a una corte pronto. Eso le dejará claro que no eres tonta.

Ella afirmó hacia Mat, y se sintió más segura, y no es que fuesen a una corte de verdad, esto solo era para asustar a Ethan.

Mathew era un amigo que había conocido en la universidad. Estaba terminando su carrera cuando ella apenas comenzaba, y congeniaron en una fiesta, donde compartieron sus números.

Mathew era abogado, y tenía su propio bufete, y aunque ella no tenía mucho dinero en su sueldo como maestra, sabía que los consejos legales de su amigo, no le salían tan costosos.

Ella lo miró fijo y pasó un trago.

—Sácalo, Briana… ¿Qué pasa? —ella negó.

—Nada… solo quiero saber si podría contar contigo… en caso de que pase a mayores…

Mat aspiró el aire.

—Escucha… No puedes pretender que pase a mayores, esto solo lo utilizarás como un comodín para que no te moleste tanto. Además, tienes que tener claro a quien te enfrentas, Crawford es rico, y es nada más y nada menos que…

—No me digas algo que ya sé… —Briana lo cortó irritada.

—Bien, y sumando que él tiene la tutela legal. Creo que debes ir con cuidado, además, soy hombre, Briana… también sé lo que puede pensar. Eres una mujer hermosa, demasiado… además de inteligente, y excelente persona. ¿Estás segura de que no te sientes atraída por él?

Briana apretó los dientes y le lanzó una mirada.

—Estucha Mat… Ethan sería el último hombre que buscaría, si diera el caso, que no exista alguno más…

Mat sonrió.

—Bien… entonces tómatelo con calma y llámame si alguna otra cosa. Pero trata de ser inteligente, y no irte por la redonda, solo dile que Claire también te autorizaba, y quizás se lo pensará.

Briana se levantó para despedirlo, y compartió un abrazo con su amigo.

Ella se subió a su auto con un poco de alegría y de alguna forma preparaba un discurso en su mente. Eran las ocho de la noche en este momento, pero solo conducía a la casa de Ethan, con la desesperación de pensar que Maya estuviera nuevamente desconsolada.

Tocó el timbre varias veces ante la falta de respuesta, y cuando la puerta se abrió, el ama de llaves de Ethan la atendió.

—Hola… vengo a ver a Maya… y si Ethan está, por favor dígale que necesito hablar con él…

La mujer arrugó el ceño, y negó.

—El señor Ethan no está…

—¿Qué? ¿Y dónde está Maya?

—Se la ha llevado con él… —los ojos de Briana se abrieron muy rápido, y con temblor rebuscó en su bolso para tomar su teléfono.

Bajó las escaleras, y se subió el auto mientras los tonos retumbaban en sus oídos.

Fue en el tercer intento cuando Ethan respondió.

—Ethan…

—¿Qué pasa? Estoy ocupado…

—¿Dónde está Maya?

—Está conmigo…

Briana tomó el aire.

—Iba a venir a hablar contigo, ¿por qué no esperaste?

Ella escuchó su risa descarada.

—¿Y qué te hace pensar que cambiaré mis planes por ti? Te hice una propuesta, y no aceptaste… además, estoy ocupado…

—¿Qué quieres decir? No dije que no aceptara, necesitaba informarme…

—Briana… en serio, no me quedaré contigo hablando por teléfono, si quieres ver a Maya un rato, te enviaré la ubicación…

—Ethan… —el hombre había finalizado la llamada, y ella apretó la boca de la rabia—. Este tipejo…

Arrancó el auto siguiendo la dirección, que arrojaba a un restaurante de lujo.

Miró su ropa cuando llegó, pero de todas formas ella estaba aquí para llevarse a Maya.

Este hombre era un insensible, Maya siempre acostumbraba a dormir temprano, y este ambiente no era para una bebé de 8 meses.

Caminó rápido hacia aquel restaurante, pero la detuvieron en la entrada.

—Disculpe señorita… si no tiene una reserva, no puede entrar…

—Ethan…  Ethan Crawford, él me espera… —la recepcionista miro a su compañera.

—¿Cuál es su nombre?

—Briana Hansen —una de ellas le pidió que esperara para informar.

Briana se cruzó de brazos con su bolso de medio lado, y luego vio venir a la misma mujer.

—El señor dice, que ella puede pasar…

Entonces comenzó a caminar detrás de ella, y se dio cuenta qué la pasaron a una zona, donde solo estaba la mesa de Ethan, con un juguetero loco esparcido en la parte de atrás.

Ella se quedó loca con la boca abierta, cuando Maya reía a carcajadas, y tiraba las pelotas. En el piso había una alfombra de pelos, con unas mesas bajas donde estaban algunas bandejas de comida.

Ethan estaba riendo con Maya, mientras una mujer rubia, estaba jugando con Maya y tratando de llamar su atención.

—Bienvenida… —Briana pasó un trago, y Maya se giró para verla cuando Ethan saludó.

Sus manitas se alzaron, y todos pusieron escuchar cómo Maya dijo:

—Bri…

Sus ojos se nublaron enseguida, y estaba por ir a recogerla de la alfombra, cuando Ethan se puso de pie y le tomó la muñeca.

—Está jugando… y está feliz… —la haló para salir al aire libre y Briana se zafó de su agarre—. ¿Qué pasa? ¿Por qué querías arruinarme la noche?

Briana miró hacia adentro, y notó aquella chica como de su edad que estaba jugando con Maya. Ethan tenía razón, cualquiera podía suplantarla, pero nadie podía suplantar a Maya en su corazón.

Ella sacó rápidamente el documento de su bolso, y luego se lo dio a Ethan, sin embargo, había olvidado lo cautelosa que debía ser. Ahora solo quería golpear a este hombre.

—Este es un poder… uno que Claire me daba la mayoría del tiempo. No conozco mucho de lo que tú sí, pero quiero que veamos un juez, tal vez él sea más justo.

Los ojos de Ethan se pusieron afilados, y toda la gracia de su rostro se agrió en el instante.

—¡Solo buscas tu beneficio…! —le gruñó con rabia—. Realmente tu hermana tenía razón sobre ti, Briana, eres una egoísta. ¿Y sabes qué? Mañana mismo iremos a un juzgado como lo has pedido, pero te digo, y te lo advertí, te vas a quedar sin nada… y literalmente tendrás que arrastrarte para poder ver a Maya después de esto…

Los labios de Briana temblaron, y antes de que pudiera tener una acción, la mano de Ethan tomó la de ella para llevarla por todo el restaurante, y sacarla hasta la calle.

—Te llamaré mañana… —la soltó de golpe, y luego la arrinconó a la pared—. Prepárate, Briana… porque no te dejaré ver ni un cabello de Maya…

Ethan apretó su boca con los dedos y se pegó tanto a su cuerpo, que el corazón de Briana se detuvo.

Sus miradas quedaron estáticas por un momento, y su olor se metió por su nariz arrasando con su sistema. Ethan miró su boca al instante, pero retrocedió de forma rápida, y luego desapareció de su vista.

Fue un reto para ella llegar al auto antes su inestabilidad, y nada más cerró la puerta, se echó a llorar para drenar la adrenalina que experimentó hace unos segundos…

Estaba acabada.

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