CAPÍTULO 2 – Los gritos de Maya.

El entierro fue a las cuatro de la tarde dos días después, y Ethan solo podía estar de pie viendo la tierra húmeda, y a los demás retirarse después de que todo llegó a su fin.

Su madre se había desmayado en una ocasión, y casi la forzó a que se subiera en un auto suyo y se fuese a descansar en casa, y para cuando se dio la vuelta y se metió en su auto, entonces se dijo a sí mismo que todo este tiempo para con su hermano, había llegado a su fin.

Pasaron algunos días para que pudiera habituarse a la rutina de nuevo. Su madre, Loris, se estaba quedando un poco de tiempo, pero partía nuevamente a los Estados Unidos, donde ella se había casado con su segundo esposo, después de que su padre murió.

Llegó a su casa luego de hacer unas prácticas de despegue en su Ferrari, y luego preguntó en voz alta a su madre cuando escuchó todo en silencio.

—No hagas escándalos… ha sido muy difícil mantener a Maya tranquila… creo que extraña a su madre… —Ethan asintió lento y luego recibió el abrazo repentino de Loris.

—¿Y este abrazo?

—Me estoy despidiendo… —él miró a su espalda y notó unas maletas.

—¿Te vas tan rápido?

—Ya ha pasado cuatro días hijo, y estar aquí solo me causa una gran depresión. Pensé que podía quedarme un tiempo más con Maya, pero no creo que pueda. Estoy demasiado vieja para criar de nuevo… y debo estar sana en mi mente para ofrecerle una mejor abuela. Además… ¿Qué vas a hacer con ella? Tu tiempo es tan limitado…

Ethan parpadeó varias veces, y la verdad, no tenía una respuesta para ello.

—Contrataré algunas nanas… profesores… y todo eso…

Su madre negó enseguida.

—¿Y la mujer? ¿Qué ha dicho? —Ethan sabía a qué se refería.

Toda su familia estaba predispuesta con Briana a causa de Claire.

—Quiere a Maya… pero no lo permitiré…

Su madre miró al techo e hizo una mueca.

—Que Dios nos proteja de ella… espero que puedas manejar este asunto, pero recuerda que la custodia es tuya… tienes la última palabra.

Loris se despidió de él, y Ethan envió a su chofer a llevarla al aeropuerto, disculpándose con ella sobre que tenía que buscar a alguien competente para el cuidado de su sobrina, y en los próximos minutos estaba en la computadora, cuando escuchó los gritos de Maya por todo el piso de la mansión.

Casi corrió pensando que alguien le había hecho algo, pero la cuidadora la estaba intentando controlar cuando Maya solo gritaba.

—¿Qué hiciste? —Ethan se la quitó a la mujer mientras ella negó.

—No hice nada… ella se despertó, y no quiere ser consolada, señor…

Él trató de mecerla como lo hacía su madre, pero Maya siguió gritando mientras su tímpano amenazaba con romperse.

—Dios… Maya… cálmate… —pero la chica estaba inconsolable, y Ethan solo pudo pensar en una cosa.

Comenzó a hacerle una que otra broma, y Maya sollozo bajando su ritmo de llanto, entonces cuando Ethan se vio cómo un payaso frente al espejo, solo se dijo a sí mismo que… ¿Qué estaba tratando de hacer?

Era un famoso corredor de carreras, el mejor de la Fórmula 1 para no engañar a nadie. A sus 33 años había ganado 4 copas, y decir que era famoso en Canadá y en el mundo, era solo el hábito que él solía recordarles a todos.

Se estaría engañando pensando que podría hacer esto solo, sobre todo cuando llegara la temporada, y tuviera que dejar a esta chica, la mayoría del tiempo sola.

En medio de sus pensamientos, otro grito los despabiló, y miró a su sobrina atacada en llanto de nuevo.

La recogió del piso y la meció, y luego le dijo a la mujer que se fuera inmediatamente de la habitación de la bebé.

Llamó a agencias, investigó en internet, todo eso mientras el llanto de Maya se intensificaba. Él le ofreció dulces, galletas de supermercado e incluso su biberón como la mujer de servicio se lo había indicado, pero nada lograba clamarla, y dos horas después, él quería arrancarse el pelo y tirarse de su balcón con todo y bebé.

En medio de su desespero, revisó su teléfono, y por fin leyó todos los mensajes de Briana que no había querido leer por su orgullo.

Ella le pedía con urgencia ver a su sobrina, y marcando a su número, esperó que tomara el teléfono enseguida.

Fue en la tercera llamada que Briana contestó, y él ya estaba sacado de su paciencia cuando ella respondió con agitación.

—¿Maya está bien?

—Necesito que estés en mi mansión en los próximos minutos… haré un trato contigo…

Finalizó la llamada, y caminó de aquí para allá con Maya, ella seguía llorando un poco más bajo mientras bostezaba, pero era evidente que su llanto lo conmovió.

Pasó al menos otra hora cuando el ama de llaves le informó de la presencia de Briana, y tomó a la pequeña Maya para levarla consigo hasta el salón donde lo estaba esperando.

La niña casi le saltó de los brazos cuando vio a Briana, y su cuerpo se relajó cuando el calor de Maya abandonó el suyo.

Sentía los brazos tensos, y tenía toda la camisa mojada en sudor.

El llanto de Maya cesó enseguida, y solo pudo notar como su cabecita se recostó en el pecho de Briana.

—Estoy aquí… —la escuchó decir—. Tranquila mi pequeña… la tia Briana está aquí…

—¿Qué crees que tenga? —Ethan preguntó mientras Briana abrió los ojos disgustada.

—¿Desde cuándo está llorando?

—Mi madre se fue hace unas horas… pero ha llorado todos los días…

Briana apretó los dientes con fuerza mientras escondió la carita de Maya en su cuello.

—Ethan… eres un…

—Calla… no has estado aquí para saber. Ella es mi responsabilidad…

A Briana se le nublaron los ojos. Esta semana había sido un infierno solo de pensar en lo que estaba pasando su sobrina, y ahora que la tenía en sus brazos, en lo único que podía pensar es que no se iría sin ella pasara lo que pasara.

—Ethan… no podrás con ella. No sabes lo que come, lo que le gusta. No conoces sus tiempos de siesta y juegos… no la dejes con una desconocida por favor… ella no merece esto.

—¿Y tú qué harás? ¿Cómo vas a hacer con tu trabajo? —Briana negó.

—No lo sé, pero al menos hasta que pueda ir a la escuela quiero estar con ella… es una bebé.

Ethan tomó una aspiración. Era evidente que él no podía hacerlo, y tampoco quería joderse en su sobrina. Viéndola tranquila en los brazos de Briana le comprobaban que la quería, y esto sumaba otro punto a su oportunidad.

—Bien… —Briana tomó el aliento y cerró los ojos para pegar la carita de Maya a la suya.

—Gracias… Cuando desees verla, te aseguro que podrás y…

Ethan soltó una carcajada y le hizo una negación con el dedo.

—No, no será así… Maya seguirá bajo mi tutela…

—¿Qué?

—Como lo escuchas, Briana… además, si tanto quieres a tu sobrina, demuéstralo… demuestra que no eres esa mujer de la que tu hermana tanto se quejó.

Briana sintió la rabia en su sangre, pero se quedó callada. No quería contender con la única oportunidad que tenía para con su sobrina, y se quedó mirando a este hombre para preguntarle.

—Entonces… ¿De qué estás hablando?

Ethan torció su boca en una sonrisa, y luego se acercó un paso hasta llegar a ella.

—Podemos hacer un trato… —de forma descarada acarició su hombro mientras a Briana se le contrajeron todas las células.

No sabía qué iba a proponerle este hombre, pero su mirada le indicó, que estaría en problemas en los próximos minutos…

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