Destiny se quedó en el restaurante, mirando su café que se había enfriado por completo.
No quería volver a los dormitorios sabiendo qué Sierra la llenaría de preguntas.
La noche en la mansión Winter había sido un desastre, pero lo que más le molestaba era la indiferencia de Alaric. Su orgullo estaba herido.
“No importa, nos vamos a divorciar”, se repitió. Pronto sería libre de ese hombre.
Lo que sí le importaba eran las dos mujeres, Triana y Briana Winter, la amante y la tía de Alaric.
No habían parado de atacarla con veneno. "¡Solo esperen!", pensó, apretando los puños. La oportunidad llegaría, y no tendría piedad.
Mientras susurraba una vieja canción de cuna, un hombre se sentó frente a ella.
Era Orion, y la sonrisa en su rostro no lograba ocultar una evidente preocupación.
—¿Ocurre algo? —dijeron al mismo tiempo, y ambos rieron.
Orion se sintió incómodo, pero habló primero.
Se había enterado por Sierra que Destiny había ido a la mansión Winter, y la ansiedad de su amiga lo había al