Sierra estaba a un lado de la sala de espera en completo silencio. No sabía cómo sentirse al respecto de toda aquella situación, con tantos sentimientos, abrumándola.
Estaba feliz por el hecho de que su mejor amiga estaba viva y había salido con vida después de aquel susto tan fatídico.
Pero también estaba furiosa, completamente furiosa, decepcionada.
Saber que Rachel siquiera podía pensar en hacer semejante barbaridad como atentar contra su vida de aquella manera.
Para Sierra era justamente eso: un atentado contra sí misma.
Ser tan egoísta con el futuro de su hija, de su familia y amigos la hacía sentirse terriblemente mal por Rachel.
—Sierra… —El cabello rubio de Sierra fue apartado con delicadeza de su rostro, mientras aquellos ojos verdes, tan parecidos a los de Rachel, la observaban con una preocupación palpable.
—No es lo que piensas… —No sabía siquiera por qué había dicho aquellas palabras, mientras Orión, con aquella sonrisa que solía hacer que su corazón se acelerara, parecía