Todos no podían creer lo que escuchaban. Destiny abrió sus ojos en grande, su mirada se fue directamente hacia Alaric, aquel que estaba solo a unos centímetros de ella.
La noticia logró sorprenderla. Mientras Alaric mostraba un gesto hosco hacia el hombre en la tarima, Orión mostraba un gesto amargo.
No podía creerlo, ¿de verdad se había atrevido a tanto de manera tan descarada? Sin duda, Stephan Rider era un hombre al que le faltaba un tornillo.
Aquellos eran los pensamientos de Orión por ese instante, al igual que los de Alaric, más al ver la expresión de las mujeres tras Stephan Rider, aquellas a las que se les había borrado la sonrisa con la que habían iniciado cuando este había iniciado su discurso.
Podía imaginar que aquella mujer, desde ese instante, lo odiaría aún más de lo que ya lo hacía.
—Hijo mío, ven, déjame presentarte ante todos como lo que eres, no solo mi heredero, también como mi hijo... mi hermoso y precioso hijo —el estómago de Alaric se revolvió al escuchar aquell