76. No enojes a la Bestia

No hay forma de acabar con esto. Gerald sabe muy en el fondo que para que su mujer, prisionera en el odio que él mismo creó, cambie e intente escucharla no sólo bastará sus lágrimas, o sus súplicas.

Permanece quieto en una oficina donde se hace cuentas de la mercancía que saldrá a Europa, al igual que las armas. Intenta concentrarse, intenta clavarse en el negocio y no desconcentrarse pero no. Es imposible. En su casa está Scarlett, están esos bebés. Está la familia que debió proteger y que nunca pudo. Ya es de noche aquí en Chicago, y no cree regresar por lo que resta de la madrugada a la mansión. Una seguridad estará cubriendo todo el perímetro de la propiedad.

Desde que dejó Tirana cuatro meses atrás el negocio permaneció en la balanza. Si bien hay una lucha por territorio y Basian continúa asechando para acabar con cuanto Shkodra pueda y en especial con él, con tal de quedarse con el sur de Chicago, su zona, su cabeza prefiere reunir pruebas y asechar de vuelta para que el fin
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