60. Destrozada
No, no. No es posible. Scarlett lo siente todo. Sin anestesia, con el frío que empapa las afueras por la tormenta, lo que está sucediendo es peor que lo que le hizo Zayda. Janet se está encargando de la cesárea, mientras un enfermero se asegura de que no se mueva. Otras enfermeras están al pendiente, como si nada estuviese sucediendo.

Como si no acabaran de hacerle daño a la señora Pranvera, probablemente hayan desaparecido a Rina, y le estén haciendo daño a ella.

Scarlett rompe a llorar. ¡¿Dónde está Gerald?! ¿Dónde está? ¿Por qué no está aquí? Scarlett aprieta los ojos y los dientes con cada corte. Mira hacia su vientre en un desastre de llanto. Si se mueve sus bebés sufrirán. No puede hacerlo. Pero si no lo hace y no hace nada para salvarse de aquí ella es quien morirá. Mira sin aire, hinchada, a todas partes, al enfermero, a las demás, sin nada que pueda ayudarle. ¡Nada!

—Eso es…—la voz de Janet le da escalofríos—. No te preocupes, Scarlett. Me encargaré que tus bebés nazcan sanos
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