13. El infierno acaba de empezar
—No le haré daño. Si vino hasta mi oficina quiere saber algo —Gerald no la suelta. Su cuerpo rozando con sus pezones erectos no ayudan mucho—. Saemira, ella-
Pero Scarlett se gira hacia un lado. Gerald no la forcejea y la deja salir. Poniéndose de pie, Scarlett corre hacia la puerta para salir de ésta oficina y escapar. «Tonta, tonta» ¿Cómo se te ocurre interrumpir así? Antes de abrir la mano de Gerald cierra la puerta tras de ella. Oh, cielo Santo. Scarlett logra experimentar el calor del cuerpo de su esposo tras de ella. Un roce pulcro contra la parte baja de su espalda la noquea.
—Saemira no es mi amante. No es lo que piensa.
¡No le interesa escuchar sus explicaciones! Scarlett sigue forcejando con el pomo, en vano. Cuando Gerald la toca en la cintura, ella se gira, con los ojos hirviendo en ira y con el susto arrancándole la respiración. Su espalda choca contra la madera de la puerta. Su esposo descansa los antebrazos al lado de su cabeza, tan cerca de ella que su aroma fresco a m