29. Serafina le muestra a Savino que ya no es una cría
Savino Cancio era un hombre que no perdía el temple con demasiada facilidad, pero, en cuanto vio a Serafina Gambino coquetear con el mismo agente que había arrestado por exceso de velocidad y un alto grado de alcohol en su sistema, fue como si le hubiesen dado un puñetazo en las pelotas.
Estaba ataviada dentro de una minifalda y una blusita de escote que, si mal no recordaba, la muy cínica le confesó que la había comprado pensando en el día que dejara de ser un cobarde y al fin la llevara a su cama.
— Quizás yo pueda hacer que no pases la noche aquí, sino en mi casa, eh, guapa, ¿Qué dices?
Savino tensó la mandíbula desde la puerta de las celdas, y todo lo que sabía del autocontrol hasta ese momento, se fue a la mi3rda.
— Y quizás yo te clave una puta bala entre ceja y ceja si sigues coqueteando con una cría de diecisiete años — interrumpió, tomando al hombre por verdadera sorpresa.
— ¿Quién carajos eres tú? ¡No puedes estar aquí! ¿Quién te dejó entrar?
— Enzo Rossi, tu jefe.
El