17. Marianné convulsiona
En la habitación de Remo, la tensión se podía sentir en el aire con cada segundo que pasaba.
— ¿Cómo la ves? — preguntó el doctor desde la puerta del baño.
Remo negó con la cabeza.
— Parece reaccionar por segundos, pero es todo. Sigue muy caliente y está temblando.
El doctor comenzó a preocuparse seriamente. Fuera seguía lloviendo. No había forma de trasladarse a la clínica con aquella tormenta. Aquella habitación y sus instrumentos médicos era lo único con lo que contaba.
— Hay que bajarle la fiebre a como dé lugar — no tenían de otra —. Yo bajaré a la cocina y ordenaré a una mucama que le prepare algo caliente. Deberá comer e hidratarse apenas la veamos reaccionar.
Remo asintió, quedándose solo con Marianné un instante después.
— Reacciona, Marianné, por favor — suplicó en voz baja y le dio un beso en la cabeza, superado, de pronto, por una emoción más fuerte que él cuando le miró los labios y se vio a sí mismo deseando algo más que eso.
Pasó un trago y se humedeció los suyos