Capítulo 38.

MAIA CARRIZALES.

Voy abriendo los ojos y lo primero que veo, es algo totalmente blanco.

Giro un poco la cabeza y veo una puerta, una pared y el piso.

¿En dónde estoy?

Intento recordar cómo llegue aquí, pero lo último que recuerdo es estar en mi habitación con Nicolás encima mío haciéndome daño nuevamente.

Me empiezo a sentar lentamente en el colchón que estoy encima y después que lo logro y de que se pasa el pequeño mareo que eso me provoca, intento levantarme del colchón y caminar hacia la puerta, pero algo me lo impide y cuando volteo para ver de qué se trata, me encuentro con una de mis muñecas y uno de mis tobillos encadenados a la pared.

Jalo las cadenas e intento liberarme de ellas, pero solo consigo desesperarme cuando no lo logro.

Escucho algo y al voltear, veo a Nicolás entrar a la pequeña habitación.

—Ya has despertado —comenta cerrando la puerta y posteriormente apoyándose en ella— ¿Has descansado bien?

—¿Por qué estoy encadenada? —le digo mientras sigo jalando las cadenas
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