Mundo ficciónIniciar sesión~Marian~
Nunca sabremos explicar la conexión que se siente con alguien que nunca has visto en tu vida y que te hace sentir viva, sin embargo, siento que al lado de este hombre me siento libre, me siento con la capacidad de ser yo. ¿De dónde salió? ¿Por qué nunca lo había visto? ¿Por qué quiero sobrepasar los límites con él si no soy fácil? —Iré por unos tragos —me dice el hombre, dejando un beso en mis labios—. No te muevas de aquí, me debes una noche. —Te espero. Le guiño un ojo y se pierde entre la gente. ¿Por qué demonios es tan guapo? —¡Pero te tiene matada! —aparece Anne con un gran sonrisa—. Está buenísimo. —Y me lo comeré todito —nos reímos—. Es que es tan sexy, divertido, baila demasiado bien. —A Stefan no le gustaría verte tan cerca de ese hombre, se van a casar en un par de meses. —No sabrá nada, Stefan es el hombre con el que me casaré sin saber nada de su vida, todo porque mi padre lo desea. —Él te da estabilidad. —Él… es bueno. No seguimos hablando, el hombre regresa y me sorprende tomándome de la cintura y dándome un beso en el cuello que me hace sonreír, me tomo los tragos que trae y vamos a seguir bailando y pasándola bien. Cada segundo se vuelve mejor que el anterior y las risas no faltan, entre más bailamos, más puedo sentir la tensión sexual que se ha generado entre los dos. ¿Por qué me intriga? —Vámonos de aquí, por favor… —lo agarro de la cara, rozando mis labios con los suyos—. Quiero… No me deja hablar, me agarra de la barbilla y roza sus labios con los míos de manera suave, haciéndome cerrar los ojos. Puedo sentir su respiración tan cerca de mí que quiero que me bese de verdad, a pesar de ello, se aleja unos pocos centímetros, sonriendo. —Vámonos de aquí; Quiero hacerte mía. Me agarra de la mano y empieza a salir conmigo del lugar, no puedo negarme, esto me gusta. —Espera. Detengo al chico antes de subirnos al auto. —¿Cómo te llamas? Es una locura que me vaya contigo sin saber tu nombre, aunque eso me gusta. Se ríe, dejando ver lo atractivo que es. —Mi nombre no importa —desliza su pulgar por el escote de mi vestido—. Esta noche disfruta, déjate llevar de mí. [….] Me quedo mirando a los ojos al hombre, desliza los tirantes de mi vestido por mis hombros de manera lenta y tan suave que puedo sentir escalofríos en cada espacio de mi cuerpo, la forma en la que me mira me hace sentir que me desea y yo no puedo dejar de verlo. ¿De verdad haré esto? Cierro mis ojos al sentir sus labios en mi cuello. —No quiero tener compasión de ti —me pega a su cuerpo—. Quiero hacerte mía sin remordimientos. —Hoy mi cuerpo te pertenece. Mis palabras hacen que sonría y me mire por unos segundos que se desvanecen en cuanto me agarra de la cara y me besa sin pudor alguno, me hace retroceder, dejándome caer en la cama y queda sobre mí, puedo sentir sus manos acariciarme, nuestros cuerpos han empezado a reaccionar. Este hombre me encanta. Empieza a besar mi cuello de manera lenta, haciendo pequeñas pausas en las que va subiendo hasta llegar a mi barbilla y sus ojos buscan los míos. —No nos volveremos a ver después de esta noche —deja un beso en mi mejilla—. Una noche nada más… —Shh, cómeme. Y eso basta para que se adueñe de mi cuerpo y me haga olvidarme del mundo entero. [….] Dejo caer mi cuerpo en la cama, los dos estamos completamente sudados, este hombre es increíble, nadie en mi puta vida me había tocado como él, lo peor de todo es que no lo volveré a ver. Se levanta sin decir nada y se cambia. —Debo irme. —¿Esperas que te ruegue? —le sonrío, de la manera mas cínica—. Te estás tardando. —Me gusta lo cruel que eres —se lame los labios, me agarra del cabello y me lleva hacia él, dándome un beso—. A mí no me interesa volver a verte, ni siquiera me gustaría saber tu nombre. —Bienvenido al club, cariño. Se termina de vestir, me da una sonrisa sin alejar la mirada de mí y se va sin decir más nada. ¡Está buenísimo! Ojalá lo vuelva a ver… [….] ~Días después~ —Hola, cariño. Papá me saluda con un abrazo. —Papá. —¿Lista para conocer a la familia de tu prometido? “No, no estoy lista, y tampoco quiero hacerlo”. —¡Por supuesto, padre! Me queda mirando, y me baja el vestido hasta las rodillas, igual que arregla mi cabello. Siempre le gusta que me vea impecable. —Ahora sí te ves como una señorita decente —me sonríe—. Siempre estaré orgulloso de la mujer en la que te has convertido, tan decente, obediente, amable, todo lo bueno que hay. —Eso es gracias a ti y a mamá, padre. Me paso el cepillo para terminar de arreglar mi cabello. —¿Por qué apenas conoceré a la familia de Stefan? Llevamos meses juntos. —Así son los matrimonios arreglados, lo bueno es que te enamoraste de él y podrás ser feliz. Me parece un buen hombre para una mujer decente como tú. Me agarra de las mejillas. —Tú no me falles nunca, hija, me moriría. —Nunca, papá, pero, ¿por qué lo dices? Se aleja de golpe. —No hay que hacer preguntas. Por ahora, vamos a bajar, nos espera Stefan y su familia. Asiento sin llevarle la contraria, no puedo hacerlo, estaría mal. Papá me agarra del brazo para empezar a bajar las escaleras, Stefan está abajo con una sonrisa. —Señor Stevenson —saluda con amabilidad—. Cariño —me da un beso en la mejilla. “Siempre tan respetuoso”. —Stefan. ¿Y tu familia? —Ya están por llegar… No alcanza a terminar cuando se escucha el timbre, abren la puerta y la sonrisa que había en mi rostro se borra, puedo sentir mi corazón latir tan rápido que parece que se me saldrá. Mis manos han empezado a sudar. ¿Qué está pasando? El hombre de la discoteca está aquí.






