El grito del Alfa no pasó desapercibido, pero los lobos pensaron que le estaba llamando la atención por algo referente a los centinelas, más fuera lo que fuera, no querían estar en su lugar, su Alfa era muy cruel a la hora de imponer castigos
— ¡¿Cómo te atreves a hablarme así, Igori?! ¿quieres que te envié a la Antártida a cuidar de la manada de osos polares? todos los días me escriben pidiendo centinelas
— No, no, no quiero ir a la Antártida, aquí estoy bien, pero es qué... ¿cómo se te ocurre decirle eso a tu luna? le puedes afectar en la autoestima, ¡ahora va a pensar que no te gusta y de va a alejar de ti!
— Pues eso sería lo mejor, así no va a pasar nada entre nosotros, ella se irá de la manada luz de luna para siempre y los dos haremos como si esto nunca pasó — el Alfa, no pensó en todas las consecuencias que sus palabras traerían
— Yo no estaría tan seguro, puede ser que las cosas resulten cómo lo estás diciendo, pero... también pueden tomar otro rumbo, no me creas mucho, no t