Después de interminables horas de espera, Rebecca y sus amigas deciden hacer una pausa y se dirigen a la cafetería del hospital para comprar café, en un intento de reconfortar a los amigos y familiares exhaustos. Al regresar, los ojos de Rebecca se fijan en Alex, que permanece encogido en la silla, con la cabeza baja. Con una determinación suave, ella se acerca y se arrodilla ante él, ofreciéndole una taza de café. Sus miradas se encuentran, compartiendo una tristeza profunda.
– Alex, lo siento mucho. Todo estará bien.
Alex levanta su mirada hacia la suya, y ambos conectan, transmitiendo el dolor que llevan en sus corazones. Él apoya su frente en la de Rebecca, cierra los ojos, y así permanecen, como si el mundo a su alrededor hubiera desaparecido. Finalmente, él la abraza, y el abrazo se extiende, como si encontraran refugio en el calor mutuo.
– Gracias, Rebecca. – Agradece, tomando la taza de café. Ella se acomoda a su lado, y sus manos se entrelazan de manera natural. Juntos, esper