Dos meses después, en Zúrich, Alex está profundamente inmerso en su trabajo, aparentemente ajeno a los problemas que su partida ha causado a Rebecca. Al final de la semana, acepta la invitación de Eliza para acompañarla a una popular discoteca. Juntos, obtienen una sala privada y pasan horas discutiendo los negocios en curso. A pesar de su compañía, sus pensamientos siguen siendo dominados por Rebecca, que constantemente ocupa su mente.
– ¿Cuándo regresarás a Boston? – pregunta Eliza, cruzando las piernas sensualmente.
– En unas horas. – responde Alex, observando su comportamiento.
– Entonces, es mejor que aprovechemos la noche. Sr. Baker, necesitas relajarte y beber un poco más. – dice Eliza, levantándose con una copa en la mano. Se acerca a él, mirándolo fijamente, y se sienta en su regazo. – Esto te hará bien.
– ¿Qué estás tratando de hacer? – pregunta, claramente incómodo.
– Estoy tratando de alejar la tristeza de tu mirada. – dice, acercando sus labios a los suyos.
Alex se levant