Son las 12 del mediodía, estamos en el cementerio local, Bruno y Tomás me acompañan con el sequito de seguridad.
Un sacerdote está pronunciando las últimas palabras para mi amiga, mi joven amiga. Su madre de acerca a despedirse y estira su mano a mí.
—Ven Vanessita— me pongo de pie y voy con ella hacia el féretro. Llevo un tulipán, le encantaban, este es de color rojo.
—¿Ella estará bien?— miro a Tía Mary y me percato que la pregunta va dirigida hacia mí.
—Lo estará tía— digo con la voz quebrada. “Amiga no abandones a tu madre, ayúdala a superar tu partida, todos aquí te extrañaremos muchísimo. Eras lo más cercana a una hermana que podría tener.
Te extrañaré, ayúdanos a resignarnos a tu partida, sé que estarás mejor. Lo s